martes, 20 de marzo de 2007

"Conquistadores", una historia que no seduce

Actores: Karl Urban, Moon Bloodgood, Clancy Brown, Rusell Means y Wayne Charles Baker. dirección: Marcus Nispel. Guión: Laeta Kalogridis. Productores: Mike Medavoy, Arnold Messer y Marcus Nispel. La trama va más o menos de la siguiente manera: Hace miles y miles de años, antes de la llegada de Cristóbal Colón, los indios nativos americanos vivían en paz y armonía unos con otros. En un barco vikingo recién naufragado encuentran como único sobreviviente a un niño parcialmente traumatizado por el accidente.El niño crece y la comunidad lo acepta de manera extraoficial como uno de los suyos, al grado de bautizarlo con el sobrenombre de “Fantasma”.Luego, cuando una horda de vikingos llega a las costas para saquear y destruir la aldea de nuestro héroe, en un caso de sentido de pertenencia sentimentaloide a la familia adoptiva, “Fantasma” hará acopio de todo su astucia, fuerza y agilidad para vengar a los suyos y proteger a la mujer que ama. De entrada, las escenas de mayor acción no poseen ninguna cualidad extraordinaria salvo por una violencia gráfica tan explicita como para inspirar orgullo a Mel Gibson. De hecho, son propensas a ser recordadas más que nada por su escasa verosimilitud torpemente disfrazada de espectacularidad por su brusco estilo de edición.No sé ustedes, pero a mí me cuesta trabajo creer que una sola persona pueda luchar contra una docena de vikingos con proporciones mastodónicas y apenas sufriendo un leve rasguño.Algo que nunca dejo de preguntarme fue el por qué los vikingos eran forzados en la historia a expresarse a través de su lengua nativa cuando los indios ya hablaban un perfecto inglés. ¿Habrá aquí alguna especie de doble discurso para diferenciar a los primeros habitantes de Estados Unidos de los enemigos extranjeros que llegan para acabar con sus valores y tradiciones? Podría ser así, pero difícilmente esto nos debe de preocupar mucho, ya que hay cosas más graves que decir sobre este bodrio; entre ellas la alarmante escasez de personalidad de la que adolecen la mayor parte de las actuaciones, particularmente el protagónico llevado a la vida por un agarrotado y virtualmente desconocido Karl Urban, quien sobresale por sus pectorales más que por una capacidad expresiva para entregar sus diálogos.Sin embargo, el guión es aquí el elemento de la producción que en verdad merece una medalla a la mediocridad. Cada giro que presume de dar para mantener la expectación y la energía en su desarrollo está ya tan gastado que al espectador no le queda más remedio que sentarse a esperar lo que ya fácilmente pudo deducir.“Conquistadores” es exactamente lo que parece: una aburrida, unidimensional y tonta intención de aventura épica, a la que, por alguna inconcebible e imperdonable razón, se le ha concedido distribución en nuestra cartelera local.

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